La batalla por conseguir entradas para ver a tu banda favorita se ha convertido en una auténtica odisea para muchos aficionados a la música. Meses de antelación, colas virtuales interminables, precios desorbitados y sistemas de venta caóticos son solo algunos de los obstáculos que debemos superar para presenciar un concierto en directo.
Como aficionado a la música y en especial a los conciertos, comprendo la frustración de muchos fans. Cuando uno de mis grupos favoritos anuncia con 6, 7, incluso 10 meses de antelación un concierto pienso «falta un montón y no tengo la más remota idea si llegado el día, podré asistir». Sin embargo, también creo que es importante comprender las razones que se esconden detrás de esta práctica tan común en la industria musical.
Logística y planificación
Organizar una gira para una banda de renombre implica una logística de dimensiones épicas. Reservar estadios de diferentes capacidades en diversas ciudades del mundo, coordinar viajes para decenas de personas, contratar personal cualificado en cada lugar, preparar la escenografía y el equipamiento técnico, gestionar permisos y seguros… son solo algunas de las piezas de este complejo rompecabezas.
Vender las entradas con meses de antelación permite a las promotoras y a la banda obtener la financiación necesaria para cubrir todos estos gastos. Imaginemos la complejidad de coordinar el traslado de los equipos, la alimentación y el alojamiento del equipo en diferentes ciudades, y la puesta a punto de la escenografía en cada lugar. Puedo entender que sin una buena planificación y un margen de tiempo considerable, el caos estaría asegurado.
Sin embargo, como fan siento que la planificación de las promotoras, salvo contadas excepciones, juega en contra de la ilusión de los seguidores. Personalmente, me ilusiona mucho más el anuncio de un concierto «sorpresa» dentro de 15 días. Lo vivo con más intensidad que no el concierto del que tengo entrada comprada desde hace medio año.
No me lo pierdo
Las bandas grandes cuentan con millones de seguidores apasionados en cada ciudad por donde tocan. Cuando anuncian una gira, la expectación es tal que muchas veces las entradas se agotan en cuestión de horas, incluso minutos. Hay quien dice que si las entradas se pusieran a la venta más cerca de la fecha del concierto, muchos fans se quedarían sin la posibilidad de asistir al no enterarse con suficiente tiempo o ante la imposibilidad de cambiar otros planes para poder asistir a un concierto.
No comparto esa opinión. Creo que vivimos en un mundo dominado por el FOMO (Fear of missing out, por sus siglas en inglés). Cuando vemos una gira anunciada con tanta antelación, inconscientemente pensamos «será épico», «no me lo puedo perder», «seguro que se agotan las entradas», etc. En ese momento activamos una alarma en el móvil que nos avise 5 minutos antes de que salgan a la venta para ser los primeros en comprar las dichosas entradas.
Y no sé a ti, pero me da especial rabia cuando logro comprar las entradas de la «única fecha en España» para que pocos días después anuncien una «segunda fecha en España» e incluso una «gira por España». No será la primera vez ni la última que compro una entrada para ver a un grupo a 300km de mi casa, para que toquen poco después en mi ciudad.
Junto a la parte logística, que puedo entender, poner las entradas a la venta con tanta antelación forma parte de una estrategia de marketing cuidadosamente diseñada. Generar expectación, miles de comentarios y reacciones en redes sociales para generar un gran revuelo mediático que alimente el efecto «No me lo pierdo».
Un sistema imperfecto para los fans
Si bien es cierto que la venta anticipada de entradas puede llegar a tener sus ventajas, también presenta inconvenientes que afectan directamente a los fans y seguidores.
Nos vemos obligados a planificar con mucha antelación nuestras agendas y asumir un riesgo económico importante, ya que la compra de entradas suele implicar un desembolso considerable de dinero, especialmente cuando se trata de conciertos internacionales ya que los precios de las entradas suelen ser bastante elevados. Y en alguna que otra ocasión, comprar la entrada no te garantiza ir al concierto. Me explico, aunque no es común, tampoco sería la primera vez que se anulan conciertos por causas imprevisibles como enfermedades o accidentes.
La industria musical está en constante evolución, y es posible que en el futuro se busquen soluciones alternativas para la venta de entradas que satisfagan las necesidades tanto de las bandas como de los fans. Aunque sinceramente, creo que serían soluciones que empeorarían la situación, como los deseados sistemas de puja que premian a quien más dinero esté dispuesto a gastar.
Ojalá, todo fuera un poco más sencillo, más directo, más imprevisible. Al fin y al cabo, muchos disfrutamos de la música como herramienta que rompe nuestra cotidianidad y nuestras rutinas. Comprar entradas con tanta antelación ha añadido una rutina más. ¡Larga vida a los conciertos inesperados!